
El Momento
Hace dos años, mi vecina Gelu estaba limpiando su huerto mientras charlábamos. Se agachó, cortó su último repollo rosado—pequeño, un poco marchito—y me lo tendió. “No es mucho”, dijo, “pero es tuyo.”
Casi me niego. Sentí como si estuviera aceptando su última moneda. Pero su insistencia no era por el repollo, sino por el gesto. Y hasta hoy, no puedo mirar un repollo rosado sin recordar: los regalos que nos cuestan algo son los que perduran.
El Peso de las Cosas Pequeñas
Las manos de Gelu, ásperas por la jardinería, cortaron el tallo con rapidez. El repollo no era más grande que mi palma, sus hojas exteriores arrugadas como papel de seda. Pero en esa pausa—su mano extendida, mi vacilación— sentí cómo el orgullo y la gracia chocaban.
Lo acepté. Ella sonrió. Y eso fue todo.
Sin embargo, aquí estoy, años después, todavía pensando en ello.
El Eco
Cuando busqué historias en la Biblia que resonaran con el repollo de Gelu, encontré Marcos 12:44—las dos monedas de la viuda. Me impactó: la fe no es saber todas las respuestas, sino reconocer estos ecos entre nuestras vidas y el texto antiguo.
“Los demás dieron de lo que les sobraba, pero ella, en su pobreza, dio todo lo que tenía para vivir.”
Marcos 12:44
Lo anoté en mi diario — un eco silencioso del regalo de Gelu:

«No se trata de cuánto damos, sino del corazón con el que lo hacemos.»
Dios ve y valora las intenciones y los sacrificios que hay detrás de nuestras acciones. Le preocupa más el amor y la devoción con que damos que la cantidad.
El repollo de Gelu, las monedas de la viuda… ambos parecían pequeños, pero llevaban la misma verdad: la generosidad no se mide por lo que damos, sino por lo que nos cuesta darlo.
Aún estoy aprendiendo a vivir eso.
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Vea cómo se desarrolla el momento Al olivar -donde esta historia apareció por primera vez como un susurro silencioso al hacer jabón-: «No se trata de cuánto damos, sino del corazón con el que damos».
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Nuestro aceite de oliva Al olivar
Nuestro aceite de oliva de este año se ha prensado con el mismo espíritu, sin retener nada.
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